Hola, hoy quiero compartirles algo que me sonó muchísimo, que vi, escuche y reflexioné en un podcast, y es que he aprendido que prefiero una vida de calidad antes que una vida de “estilo”.

No hablo de lujos acumulados, ni de armarios llenos de cosas que solo llenan el instante. Hablo de dejar de perseguir la ilusión de lo “último”, lo “más nuevo”, lo “que todos traen”, porque eso nunca construye nada real.

Entendí que la verdadera riqueza no está en tener treinta pares de zapatos ni en vivir atrapada en tendencias que caducan más rápido que los sueños. La riqueza está en la estructura invisible que sostiene la vida: la disciplina, la visión, el trabajo que nadie ve, la paz mental, la capacidad de elegir mi propio camino sin deberle explicación al estilo de nadie.

Para mí, calidad es dualidad:
es el presente que se disfruta con los pies firmes en la tierra
y el futuro que se construye con decisiones conscientes.

No busco una vida adornada, busco una vida que sostenga.
Un futuro digno, estable, mío.
Con ayuda o sin ella, yo elegí caminar hacia eso.

Porque el estilo pasa…
pero la calidad te salva!

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