Cuando tu cuerpo cambia sin permiso: mi vida con SOP
Vivir con síndrome de ovario poliquístico (SOP) es una experiencia compleja, desafiante y muchas veces incomprendida. En mi caso, lo heredé. Desde que lo supe, comencé a notar cómo este diagnóstico va mucho más allá de un simple desequilibrio hormonal: afecta mi cuerpo, mis emociones, mi mente y mi día a día.
Los cambios que provoca el SOP no se limitan a lo físico. Mi sistema cognitivo, nervioso y emocional se ve profundamente afectado. Hay días en los que mi cuerpo está inflamado, hinchado, con apetito irregular, y ningún esfuerzo parece suficiente. He hecho ejercicio de alto rendimiento como crossfit, he cambiado mi alimentación, he tomado suplementos… y, aun así, mi cuerpo a veces no responde como yo espero. Hay mañanas en las que, sin haber comido más, despierto con el cuerpo distinto, más pesado, más inflamado. Y esos cambios —a veces imperceptibles para los demás— alteran por completo cómo me siento conmigo misma.
Aceptar mi cuerpo ha sido un proceso largo y muchas veces doloroso. Algunas veces he pensado en operarme, otras he logrado ver con amor mi versión más desinflamada, ligera y vital. Pero es una montaña rusa: lo que un día me da satisfacción, al siguiente puede darme ansiedad, incomodidad o tristeza. Porque sí, el SOP influye en mi estado de ánimo, en mi percepción, en mi energía.
Lo importante es que, a pesar de todo, me cuido. Me alimento con conciencia, hago ejercicio diario, tomo mis vitaminas, escucho mi cuerpo. No ha sido imposible, pero sí requiere más que voluntad. Se necesita una red de apoyo real, información confiable y, sobre todo, empatía. Porque los problemas hormonales no se quedan en los ovarios. Atraviesan todo: el cuerpo, la mente, las emociones. Y muchas veces suceden sin que uno pueda hacer nada para prevenirlo.
Lo que busco al compartir esto es generar conciencia. No busco lástima ni justificaciones. Busco comprensión. Quiero que se entienda que detrás de una mujer con SOP puede haber muchas batallas silenciosas. Que cuidarse no siempre se refleja en un “cuerpo ideal”. Que a veces, simplemente, mantenerse en pie ya es un acto de resistencia y amor propio.
Si tú también vives con SOP, quiero que sepas que no estás sola. Que tu experiencia es válida. Que tu cuerpo merece respeto incluso en los días en los que no lo entiendes. Y que hablar de esto, hacerlo visible, es parte de sanar.
Comentarios
Publicar un comentario